"Amo las costumbres breves y las considero el instrumento inestimable para conocer muchas cosas y estados, y para conocerlos hasta el fondo de sus dulzuras y amarguras; mi naturaleza está dispuesta por entero para costumbres breves, incluso en las necesidades de su salud corporal y en todo lo que alcanzo a ver de ella, desde lo bajo hasta lo más alto. Siempre creo que esto me satisfará de modo permanente - también la costumbre breve tiene aquella fe de la pasión, la fe en la eternidad - y que soy digno de envidia por haberlo encontrado y reconocido: me alimenta al mediodía y al atardecer y difunde alrededor de sí y hacia dentro de mí una profunda conformidad, de modo que no albergo deseos de otra cosa, y no tengo que comparar o despreciar u odiar. y, un buen día, se acabó: la buena cosa se separa de mí, no como algo que me infunda repugnancia en ese momento, sino pacíficamente y saturada de mí, igual que yo de ella, como si tuviésemos que estarnos recíprocamente agradecidos y, así, nos diéramos la mano para despedirnos. y ya está esperando a la puerta lo nuevo, e igualmente mi fe - esta infatigable necia y sabia! - en que esa cosa nueva será la correcta, la última cosa correcta. Eso es lo que me pasa con manjares, pensamientos, personas, ciudades, poesías, músicas, doctrinas, órdenes del día, formas de vida. En cambio, odio las costumbres permanentes y pienso que un tirano se me acerca y que mi aire vital se hace más denso allí donde los acontecimientos toman tal cariz que parece necesario que broten de ellos costumbres permanentes: por ejemplo, en virtud de un cargo, de una constante convivencia con las mismas personas, de un domicilio fijo, de un tipo de salud único. Sí, estoy reconocido en lo más profundo de mi alma a toda mi miseria y a todo mi estar enfermo, a cuanto es imperfecto en mí, porque esas cosas me dejan cien puertas traseras por las que puedo escapar de las costumbres permanentes. Ahora bién, lo más insoportable, lo auténticamente terrible, sería para mí una vida enteramente carente de costumbres, una vida que continuamente exigiese la improvisación: ese sería mi destierro y mi Siberia."
San Federico nuestro que estás en los cielos...Venga a nosotros tu reino!
San Federico nuestro que estás en los cielos...Venga a nosotros tu reino!
1 comentario:
super tanque: mucha salud para este 2008. Y muchos besos
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