Intentaré ser claro (cosa que me es dificultosa) y tomaré conceptos vertidos por los participantes para desentrañar lo que se oculta tras esto. En una relación de padre-hijo la asimetría de poder es constituyente. El planteo de abuso de poder es falaz, puesto que el poder se ejerce, y al hacerlo hay abuso. El quid está en analizar a partir de qué punto el inconciente colectivo (gestado siempre hitórica y socialmente) plantea el abuso y por qué. Decirle a un hijo "no podés hacer tal cosa porque te portaste mal" es ejercicio de poder, y demuestra la asimetría para muchos oculta. Pegarle una cachetada después de decirle de mil maneras que se porte bien es un acto ruin y cobarde, típico de un frustrado cagón (dicen algunos). Veamos los siguiente: Hubo un cambio, antes te fajaban y nadie se planteaba si estaba bien o mal, era moneda corriente y era la manera de educar (educar siempre es imponer, lo que sea, modales, acciones, etc, pero nadie viene al mundo con la sociedad incorporada al cerebro); nadie ni en ningún diario se hubiese planteado esto. Sigamos entonces, y continuando con la postura de detectar un cambio para intentar analizar, tratemos de ver a qué obedece esto.
Si pegar una cachetada, o una pellizcada, o lo que sea (en última instancia y lo más leve) es un acto repugnante y calificado de violencia estamos en la descomplejización de la violencia. La violencia en abstracto. Es lo mismo pegar una cachetada a un hijo que acaba de hacer algo malo (aún el padre haciéndolo convencido de que lo debe hacer por el bien de su pibe, y no como descarga de cobardía social), que una pelea de barrasbravas, al igual que una protesta de militantes de izquierda que termina en enfrentamientos y toscazos, que una foco guerrillero en la selva, o un navajazo para robar zapatillas, o lo que sea. ¡No es lo mismo señores! Y si el correctivo para educar es visto de esa manera, evidentemente estamos encerrados a esta estructura social de por vida, puesto que si ese acto es igual que los que dije, por el solo hecho de ser violencia física, no hay posibilidad de cambio alguno. El status-quo de los poderosos encontró su estrategia fundamental, le descomplejización de la violencia física. El Estado monopoliza la violencia física, la sociedad nos hace creer en que los mecanismos democráticos y su buen funcionamiento (como los paladines de la ciencia y su método fabricante de conocimiento) producen prosperidad, y los padres ya se repugnan ante tener que pegarle a un hijo.
La victoria del sistema se sustenta en esta no-determinación de la violencia. Esa es nuestra lucha, destruir estos conceptos y devolver la complejidad y la multidimensionalidad de la violencia física, el fundamento último de todo cambio.
Así que ya saben muchachos, ¡a fajar pebetes!