¡LA VIDA es una mierda!

No habla el frustrado, tampoco el depresivo.
Ese fue el grito de Arquímedes, la verdadera intuición, ¡LA VIDA es una mierda! ¡Nos vamos a morir! El que intuya esto será casi espacio y tiempo, será casi simultaneidad, casi libertad.




jueves, 1 de noviembre de 2007

Democracia, oficialismo y oposición, tirá los dados

Han pasado las elecciones, tenemos una nueva presidenta, y sin darnos cuenta ya empiezan a merodear los programas televisivos sujetos con cara de ojete con el "adjetivo" de oposición. Ya quedaron atrás los largos y terribles meses de campaña política y el cirquito continúa, hay que aceitar los engranajes de la democracia!
Oposición. ¿Adjetivo? No me jodan. Hagamos el siguiente ejercicio de asociación mental y tratemos de ver qué emerge en nuestra cabeza. Sistema político, oficialismo y oposición... ¿mesura?, mmmm, ¿equilibrio? Si! El puto equilibrio. ¿Cuál será el rol de la oposición?, preguntan los periodistas. La respuesta jamás podría ser "cortar rutas", "prender fuego la casa rosada", "derribar las cárceles". Los paladines de la moral y las normas (periodistas) dicen, "hay que cuidar el sistema democrático que costó muchas vidas conseguirlo", y preguntan por el mencionado rol, y todos caemos en la trampa democrática.
Poco a poco nos van convenciendo de que lo único que se puede hacer es jugar con reglas claras, la bendita transparencia. Todo el aparato mediático gira en torno a la idea de que el voto es la democracia, y que después, ésta, si funciona como debe ser nos llevará a la prosperidad. Suena muy cartesiano, muy mecanicista, muy productivo, muy científico. Un mecanismo que produce buenos resultados. Un método. En ese mecanismo, un engranaje es la opocisión, un sustantivo. En el equilibrio del buen funcionamiento del sistema político, no hay posibilidad de conflicto, y si la hay, es porque somos una democracia joven. Las campañas publicitarias fetichizantes del voto completan la ración! La fiesta cívica.

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