¡LA VIDA es una mierda!

No habla el frustrado, tampoco el depresivo.
Ese fue el grito de Arquímedes, la verdadera intuición, ¡LA VIDA es una mierda! ¡Nos vamos a morir! El que intuya esto será casi espacio y tiempo, será casi simultaneidad, casi libertad.




jueves, 3 de abril de 2008

Una ensalada de reflexiones sobre ¿la luz y la oscuridad?

Estando en Madrid, en el departamento de un amigo y charlando con su novia de no me acuerdo qué cosa, me vino a la mente una imagen y una posible relación. No se por qué el tema de conversación derivo en qué prefería cada uno, si el amanecer o el atardecer. La relación que me vino era la del cine.
Lo digo ya, me gusta el atardecer. El amanecer no tanto.
Y en esto no hay cuestiones de cansancio o alcoholemia. Lo he comprobado y vivido en estados totalmente sanos y "atóxicos". Esto lo digo porque cuando fascinado por mi visión planteo el tema, siempre alguien arguye que generalmente el amanecer se ve porque venís despierto y en pedo, y por eso no lo disfrutás. De todos modos, no me convence esa percepción, no la siento, creo que lo que hace que me guste más el atardecer viene por otro camino.
Luz/oscuridad, esta es la cuestión. De dónde a dónde se va. El sentimiento que tengo (y el particular que tenga cada uno) creo que está enraizado en la impresión que deja uno u otro pasaje. Muchos me han dicho, y yo alguna vez lo pensé también, que el amanecer y el atardecer son lo mismo pero al revés. Yo agregaría a esta idea algo más sutil. Hay un punto, un instante exacto, un momento de ambigüedad lumínica y de posición solar en el horizonte idéntica en ambos procesos , que los hace iguales en esa foto (salvo por la posición del sol con la Tierra). Es verdad, pero la belleza está en el pasaje y no en el dibujo, en el cierre de una historia y el paso a otra.
Hay espíritus más aventureros e insatisfechos y hay espíritus más cansinos y aburguesados. Los hay aniñados o juveniles y los hay adultos, o hasta ancianos.
Yo prefiero el atardecer porque me gusta la incertidumbre; el pasaje de la claridad a la oscuridad, en mi espíritu (y en todos aquellos a quienes les guste jugar) abre las puertas a un nuevo momento, una nueva etapa, y estampa su sello de euforia en mi psiquis.
A los viejos les gusta el amanecer.
A mi me agrada la "caprichosidad" del haz de luz, siempre dispuesto al error y la fantasía.

(Cuando tenga más ingredientes preparo bien la comida, por ahora sólo hay ensalada)

2 comentarios:

Novia de América dijo...

TANQUET: debo tener alma de vieja, entonces... porque, si bien el atardecer me adelanta que puede venir una noche de esas, también me da algo de melancolía.
Sólo dos atardeceres (uno en México y otro en Uruguay no me generaron ese estado de ánimo). ¿Será porque el sol era deglutido por el mar y yo tenía la esperanza de tirarme al fondo del agua a rescatarlo?

El tanque dijo...

Eso no lo había pensado, interiormente visualizaba los amaneceres y atardeceres de Monte Hermoso, que ambos lo hacen sobre el mar.